La primera impresión que brinda la organización a un nuevo colaborador es muy importante, es el inicio de una relación profesional de la que se esperan muy buenos resultados. Invertir tiempo y recursos en este proceso trae muchos beneficios.
Generalmente se suele integrar o confundir el concepto de Inducción y Onboarding. En el proceso de Inducción quien lidera es el área de RRHH o Gestión de Talento de la organización, en esta etapa el principal objetivo es capacitar o informar al colaborador sobre cuestiones puntuales que forman parte de la cultura organizacional entre otros. El flujo es unidireccional, de la empresa al talento humano.
El Onboarding es un proceso más integral donde se consideran estrategias de acuerdo con el área y perfil del cargo donde se desarrollará. Esta etapa es bidireccional, del encargado, supervisor o líder del área y el nuevo colaborador, donde se alinean los objetivos en la búsqueda de una adaptación a corto plazo más efectiva.
Mientras que la inducción está vinculada a funciones y conocimientos, el Onboarding está vinculado a objetivos, estrategias y metodologías de trabajo.
Es importante desarrollar de manera óptima ambos procesos para que la llegada del nuevo talento sea fructífera y el vínculo vaya fortaleciéndose con el tiempo.
¿Cuáles son los beneficios que otorgan estos procesos?
¿De qué manera logramos que el nuevo colaborador se sienta parte importante de la empresa? Promoviendo su integración y adaptación a través de la Inducción y Onboarding que requiere de: tiempo, feedback y colaboración de todo el equipo.
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