Toda organización cuenta con un conjunto de valores que rigen el norte estratégico de la misma, sin embargo, no basta solo con definirlos y socializarlos con propios y ajenos a la empresa. Vivir una cultura desde los valores va mucho más allá.
Tanto se habla de la importancia de nutrir y definir la cultura organizacional hoy en día, y muy poco de esos previos pasos que son fundamentales para llegar al objetivo principal: hacer y vivir la cultura organizacional. Es muy común que la mayoría de las empresas formulen sus valores a través de un proceso que incluye palabras y temas de moda o en tendencia tales como: innovación, sostenibilidad, inclusión o similares.
El éxito es posible cuando los valores son sustentados y combinados con actitudes, acciones y comportamientos que los demuestren.
Más que estar alertas de qué manera nos ven los stakeholders - que tienen su implicancia en los resultados -, es vital construir la cultura de forma franca y concreta desde adentro, involucrando a todas las personas que forman parte del conjunto. Aterrizar esos valores a conductas observables, describir aquellas que queremos observar y las que no serán toleradas; de manera a tener un marco más claro de referencia de quiénes somos, cómo nos movemos y hacia dónde apuntamos como empresa. Que cada miembro de la organización esté al tanto de cuáles son las conductas que se esperan ver en cada uno.
Los valores que son compartidos proporcionan una estructura sobre la cual interactúan conformando un sentido de pertenencia que sirve de motor para dar vida a la cultura. Cada vez son más las empresas que utilizan el sistema de valores organizacionales en los procesos de selección de talentos. La marca de calzados Zappos es un gran ejemplo de esto. Los postulantes deben pasar por un programa de formación que incluye jornadas de sumersión en los valores y filosofía empresarial. Posterior a la capacitación, la empresa ofrece USD 2.000 a los candidatos a cambio de que abandonen la empresa. La reflexión del CEO, Tony Heis, se basa en que, si toman el dinero no están lo suficientemente comprometidos con el proyecto. Por lo que prefiere “perder” dinero que contar con empleados que no compartan sus valores y sistema de creencias interno.
Los valores son el ADN de la organización. Las organizaciones de mayor impacto son aquellas que comprenden que es mejor adherirse a un sistema de gestión por valores que impactan en la cultura ya que este induce a las personas a sentirse parte de la corporación, tomando un mayor protagonismo desde la reflexión, innovación, compromiso y sobre todo desde la seguridad de que son parte importante del todo.
No se trata de hacer cultura exponiendo bonitos y rimbombantes valores que agraden a terceros, sino de vivirlos plenamente y de inspirar a otros en el proceso de ser protagonistas de los cambios que queremos ver.
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