En más de una ocasión hemos escuchado la importancia del aprendizaje constante o del “reaprendizaje”, y el ámbito laboral no está exento de ello. Actualmente estamos atravesando por un momento de cambios constantes y dinámicos en las organizaciones, donde desarrollar este hábito se ha vuelto una necesidad imperante.
Si miramos seis meses atrás, podremos darnos cuenta de la evolución en la que todos nos vimos involucrados de alguna u otra manera. Un ejemplo concreto: el talento humano que hoy se encuentra activo en la organización ya no es el mismo de aquel entonces. ¿Por qué? Porque tuvo que readaptarse y reaprender sobre todo en lo relacionado a tecnología. María no estaba familiarizada con el uso de herramientas como ZOOM o Google Meet, para concretar las reuniones con clientes tuvo que aprender a hacerlo y así continuar con el desempeño requerido en el equipo de trabajo del cual forma parte. La consigna hoy en día es: aprender continuamente y mantener el ritmo.
El concepto detrás del aprendizaje continuo es ayudar a todos los miembros de la organización a expandir su conocimiento y adquirir nuevas habilidades y experiencia. Sin embargo, ¿de qué manera se reconoce el esfuerzo de estos en el aprendizaje continuo? Teniendo en cuenta aspectos “simples” pero muy importantes para el efecto: creando espacio de conversaciones y alentando a todas las personas a aprender cosas nuevas al proporcionarles las herramientas necesarias y darles tiempo.
¿De qué manera podemos fomentar y promover el aprendizaje continuo en nuestra organización? De acuerdo con nuestra experiencia en Mentu con el equipo y clientes, compartimos algunos puntos clave:
1. Recursos y tiempo: considerar un espacio dentro de la agenda y contar con los recursos necesarios para el aprendizaje. Aquí juega un rol sumamente importante el Plan de Desarrollo con el que cuenta la organización. Proporcionar el acceso a recursos profesionales, ofrecer entrenamiento y crear oportunidades de aprender mediante tareas específicas, son algunas acciones que podrían colaborar con el objetivo de motivar el aprendizaje.
2. Plan de capacitación y desarrollo: considerar capacitaciones específicas para las competencias requeridas en la organización. ¿De qué manera? Creando espacios donde los miembros del equipo apliquen sus nuevos aprendizajes y conocimientos en el entorno laboral.
Ejemplo: José participó de una certificación online en Gestión de Proyectos. La empresa tiene un proyecto en puerta donde José podrá implementar sus nuevos conocimientos, es un ganar – ganar, José aprendió algo nuevo y la organización cuenta con un colaborador más preparado para los desafíos que esta asuma.
3. Propuestas nuevas: cada miembro del equipo tiene alguna inquietud, propuesta o idea que expresar. Que puedan tener esa confianza de manifestarlas podría ser un gran logro, porque gracias a esto surgirán nuevas estrategias, técnicas o ideas que puedan enriquecer la propuesta de valor de la organización. Es fundamental que cada miembro del equipo se sienta escuchado por el líder del equipo.
4. Iniciativas vs errores: cuando el objetivo es fomentar el aprendizaje continuo organizacional, cada persona debe tener la certeza de que sus aportes son tomados en cuenta pero que algunos podrían no funcionar. El equipo debe ser consciente que un tropiezo durante el proceso no es considerado un fracaso, y que reconocer cuando las cosas no están yendo hacia el objetivo esperado es momento para reformular la iniciativa antes de insumir más recursos.
5. Curiosidad e interés: la raíz de todo aprendizaje se nutre dependiendo del grado de curiosidad e interés que tengamos. Tomar conciencia de ello es un paso trascendental hacia la meta de conocer más y estar vigentes ante las actuales demandas del mercado.
Que no termine un día sin haber aprendido algo nuevo, que no amanezca sin haber puesto en marcha nuestro nuevo conocimiento. Hagamos del aprendizaje continuo un hábito y generemos cambios. Como lo decía Herbet Spencer: “El gran objetivo del aprendizaje no es el conocimiento, sino la acción”.
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