De caras al día del Trabajador que se celebra mañana, estuvimos reflexionando acerca de los últimos 12 meses, la cotidianeidad, los esfuerzos diarios y los resultados que se celebran. Hoy queremos poner en destaque a esos pequeños logros que, en su totalidad, logran generar realidad.
Normalmente, en el mundo empresarial donde nos movemos por objetivos, metas, indicadores, es humano y natural celebrar los grandes logros, hitos contundentes de la organización, aquellos que nos transforman o nos hacen dar grandes saltos. Igualmente, pasa con las personas. A veces, simplemente, nos olvidamos o no valoramos el proceso en su máxima expresión.
Hoy te compartimos un top 3 para reflexionar sobre la importancia de “la gota que horada la roca”:
1. Reconocer: ver con claridad dónde estamos hoy y dónde estábamos hace 12, 24 o 36 meses puede ser esclarecedor. En algunos ejes estaremos igual, mejor o peor. Pero en todos se habrán producido cambios, aunque fueran menores. Esos pequeños cambios también nos movilizan, dando lugar a nuevas ideas, desafíos, anhelos. Una vez visto todo el mapa, pongamos en relieve aquellas conductas o acciones recurrentes, cotidianas que nos hicieron llegar a donde estamos hoy. Reconozcamos su poder y potencialidad de seguir generando cambios. Valoremos también nuestra perseverancia en el proceso, nuestra resiliencia, el no rendirnos ni frustrarnos.
2. Agradecer: “El agradecimiento es la memoria del corazón”. Sin duda, agradecer nos abre a una dimensión (diría hasta no racional) que nos revitaliza, nos carga de combustible y emociones positivas. Si no existe conexión, no se produce la transformación, por lo tanto, es importante agradecer a las personas que estuvieron en el proceso. Hay que recordar también que es importante agradecerse a uno mismo. ¿Cómo? Sí. Tal como leíste. No, esto no colisiona con la humildad.
3. Potenciar: luego del reconocimiento y agradecimiento, se puede analizar cómo eso mismo que vinimos haciendo puede ser potenciado, amplificado, mejorado, qué cambios se pueden introducir, a quiénes más podemos involucrar. Es muy probable que fruto de la fase de agradecimiento ya los miembros del equipo se automotiven y exploren, sugieran.
Este ciclo puede utilizarse como el PDCA (Plan-Do-Check-Act), es decir, de manera permanente y consistente. Convengamos en que los últimos 12 meses fueron no solamente desafiantes sino extenuantes. Quizás, por más que pongamos prisma de esperanza y oportunidades, el contexto general no colabora para poder sentirnos naturalmente con la misma energía o positivismo que teníamos antes de la pandemia. De ahí radica la importancia de llevar al plano consciente e intencionalmente poner foco en el valor del día a día. Como decía mi abuelo materno: “No alcanzaron los grandes hombres de un solo vuelo la cumbre de sus aspiraciones, sino que trabajaban y velaban mientras sus compañeros dormían” (Anónimo).
Hagamos nuestro esfuerzo cotidiano. El tiempo hará su parte, mientras, a seguir sembrando.
Silvia Fretes Carmagnola
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