Paraguay tiene una fuerza laboral de más de 3,1 millones de personas, donde la formalización del empleo persiste como el principal desafío y una necesidad para mejorar la calidad de vida de los trabajadores, reducir las brechas sociales y potenciar la competitividad del país.
Evolución del Mercado laboral
De acuerdo con los resultados de la Encuesta Permanente de Hogares realizada por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), al cierre del año pasado, 3.102.000 personas estaban trabajando o dispuestas a hacerlo, es decir, conformaban la fuerza laboral del país que comprende al 71,1% de la población en edad de trabajar -el conjunto de personas de 15 y más años-.
Dentro de la fuerza laboral, 2.939.000 personas se encontraban trabajando, ubicando a la tasa de ocupados en 67,4% en el último trimestre del 2023, que de esta manera aumentó 2,2 puntos porcentuales (p.p.) respecto al mismo periodo del año 2022. Esto significa que 119.000 personas más que un año atrás tenían empleo.
Por área de residencia, 7 de cada 10 personas ocupadas residían en zonas urbanas.
Entre los trabajadores, el grupo de 30 a 59 años es el más numeroso, con una participación de más del 50%, mientras que los jóvenes representan el 24,4% y constituyen un segmento poblacional con potencial, por lo que es esencial generar condiciones que favorezcan el aumento de la productividad.
Por otro lado, la tasa de desocupados se redujo 0,6 p.p. interanualmente hasta 5,2%. Analizando por sexo, la tasa de desocupación de los hombres era 4,6% y la de las mujeres, 6,1%; lo que evidencia las dificultades que estas tienen para sumarse al mercado laboral.
A las personas desocupadas se suman las subocupadas, es decir, aquellas personas que desean trabajar más tiempo del que lo hacen, cuya tasa fue de 3,2%. Con esto, la tasa de combinada de desempleo y subocupación fue de 8,4%, señalando la proporción de personas que se encuentran en condiciones poco favorables en el mercado laboral.
Mejorar las condiciones laborales para avanzar hacia el desarrollo
Para evaluar la calidad del empleo, no basta con considerar solo la tasa de ocupación y el promedio de ingreso percibido, sino que hay que considerar también las condiciones de trabajo.
En ese sentido, la informalidad laboral en Paraguay es elevada y afecta a más de 1.473.000 personas del sector no agropecuario, es decir, 62,1% del total de ocupados se encuentra sin cobertura médica ni jubilación, o no cuenta con Registro Único del Contribuyente (RUC). Si bien se ha logrado una mejora en los últimos años, la tasa aún se mantiene elevada.
Esta situación pone en riesgo a estos trabajadores, convirtiéndolos en un grupo vulnerable y dependiente de las generaciones futuras, limita su calidad de vida al significar en la mayoría de los casos un flujo de ingresos inestable y/o insuficiente, así como mayores gastos de bolsillo y otros factores que contribuyen a las brechas existentes.
A los empleadores o cuentapropistas sin RUC, la informalidad les resta competitividad por las restricciones en el acceso al financiamiento con condiciones adecuadas a sus iniciativas y a otros beneficios de los programas estatales.
Por otro lado, los jóvenes, que componen el bono demográfico del país, son los más afectados por la informalidad: el 70% de las personas de 15 a 29 años estaba en esta condición al cierre del 2023. Con esto se puede decir que cuando un joven se inserta al mercado por primera vez, la probabilidad de que sea empleado informalmente es alta.
Al analizar por ocupación, los 69.600 trabajadores familiares no remunerados son los más afectados pues con dicha condición, la informalidad abarca al 100%. Le siguen las categorías trabajador doméstico y cuentapropista, con 96,3% y 77,7% de informalidad, respectivamente, equivalente a 196.000 y 483.460 personas, respectivamente.
Por otra parte, la mitad las personas asalariadas se encontraba en situación informal y el 61,1% ganaba igual o menor a 1,5 salarios mínimos (hasta Gs. 4.020.560) reflejando la precariedad para este segmento de trabajadores que perciben ingresos bajos para cubrir sus necesidades.
Así también, la formación de una persona juega un papel fundamental para el acceso a un empleo formal: mientras más años de estudio tenga el trabajador, se reducen las probabilidades de estar en la informalidad.
En el año 2023, el 97,9% de los ocupados sin instrucción estaba en un empleo informal; en el caso de los que como mucho terminaron la primaria, el porcentaje era 85,7%; mientras para aquellos ocupados con 13 a 18 años de estudio, era de 38,3%.
El desafío de la formalización
A pesar de que Paraguay ha duplicado su producto interno bruto (PIB) en el periodo 2000-2024, la informalidad laboral no ha presentado variaciones importantes.
Las consecuencias de informalidad laboral se ven reflejadas en el bajo ingreso y las distorsiones que se genera en el mercado laboral, por una competencia desleal. El sector informal no afronta costos de seguridad social. Con esto se resalta la importancia del fortalecimiento de las Mipymes, cuyo grado de informalidad laboral es elevado (63%).
Sus efectos son aun más notorios en el mediano y largo plazo, ya que al cesar los ingresos de los trabajadores y sin contar con jubilación, la exposición a la vulnerabilidad se vuelve muy alta. Esto podría generar una fuerte presión sobre las finanzas públicas con aumentos de programas sociales para cobertura a grupos de la tercera edad.
Por ello, urge priorizar acciones que promuevan la formalización. Al mismo tiempo, es necesario aumentar el capital humano, mejorando la salud pública, así como la calidad de la educación, a modo de dotar a las personas de más herramientas y conocimientos que les permitan insertarse en empleos decentes.
La formalización es clave para un mercado laboral justo e inclusivo que sea beneficioso para trabajadores, empresas y la economía del país.
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