El surf se conoce a nivel mundial como un deporte que se realiza en el mar con una tabla específica que acompaña las exigencias de esta disciplina deportiva. El principal objetivo es que la persona pueda mantenerse en equilibrio encima de la tabla mientras se desplaza sobre la cresta de las olas. Si adoptamos como norte esta actividad en lo relacionado a nuestras emociones… ¿tenemos alguna idea si surfeamos con ellas o simplemente nos dejamos llevar?
Susana Bloch en su libro “Surfeando la ola emocional”, ha desarrollado un interesante método para sentir y ver los distintos matices de las emociones humanas a través de testimonios, experiencias y lecturas específicas.
Las personas somos un cúmulo de aprendizajes, saberes, historias y experiencias que suelen manifestarse a través de nuestras emociones. En los distintos entornos en los que nos desenvolvemos nos ha tocado atravesar por variadas emociones (propias o ajenas), y en el proceso descubrimos estrategias que nos ayudaron a vivirlas de la mejor forma que pudimos. Hoy, una realidad completamente distinta a la que conocíamos antes de la pandemia del Covid-19, nos ha demostrado lo importante que es saber identificar y procesar nuestras emociones. Cada emoción “respira de manera diferente” y para que pueda fluir de manera adecuada debemos conocer las maneras correctas de gestionarlas. ¿Cómo podemos surfear una ola emocional cuando llega en el momento menos esperado?
Con el surf la persona logra ponerse de pie encima de una ola con la ayuda de una tabla.
Tengamos en cuenta este símil cuando debamos tratar con emociones poco alentadoras y desafiantes.
Así como decía Jon Kabat Zinn: “No puedes parar las olas pero puedes aprender a surfear”.
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