
En este Pulso Clave nos gustaría destacar las principales enseñanzas que nos deja una leyenda y verdadero símbolo del jogo bonito brasileño, Edson Arantes do Nascimento conocido como Pelé.
Desde muy pequeño Pelé quiso seguir los pasos de su padre, Dondinho, un futbolista con interesante paso por clubes como Fluminense y Atlético Mineiro. Una anécdota que siempre recordaba y compartía era ver a su papá llorar mientras escuchaba el resultado final del mundial de fútbol 1950 donde Brasil cayó 2-1 contra un aguerrido Uruguay, mencionaba que le hizo una promesa siendo apenas un niño de 10 años: “yo ganaré una copa mundial para Brasil”. Con el paso del tiempo –5 años más tarde– el camino para cumplir esa promesa se hacía cada vez más claro con el debut de un joven Pelé en el Santos de Brasil, club donde hizo la mayor parte de su carrera futbolística. Una carrera llena de historias que valen la pena ser contadas, aprendizajes y desafíos que convergen en el legado que hoy nos deja esta leyenda del fútbol.
Nos gustaría destacar tres principales enseñanzas que nos inspira la carrera futbolística de un hombre a quien “solo le faltó jugar en la luna”.
Pelé desde pequeño jugaba al fútbol con pelotas hechas de media, muchas veces no tenía calzados adecuados, sin embargo, nunca buscó excusas para dejar de practicar”.
Sus momentos más célebres en el fútbol no fueron precisamente cuando marcaba goles, sino cuando era uno más del equipo. Cuando asistía a un Jairzinho, Gerson, Tostao o Rivelino se podía disfrutar de una verdadera obra maestra del fútbol. Pelé brillaba en el campo de fútbol y también propiciaba los espacios para que brillaran sus compañeros de equipo.
Pelé con su profesionalismo deportivo nos enseñó que es posible lograr objetivos, cumplir sueños, disfrutar de los resultados puliendo nuestras capacidades y confiando en el equipo del cual formamos parte.
Un hombre que durante toda su carrera futbolística maravilló por su habilidad de dominar el balón con una técnica impresionante y una exacerbada capacidad goleadora. Un niño que cumplió la promesa hecha a su compungido padre: “yo ganaré una copa mundial para Brasil”, lo que no sabía este niño es que sería tanto su compromiso, dedicación y sacrificio para cumplirla que no solo la ganaría una vez... sino tres veces.