La recuperación del sector privado brasileño se extendió hasta agosto, ya que los fabricantes y proveedores de servicios registraron niveles más altos de producción. Sin embargo, el crecimiento se vio limitado por un aumento más lento en el segmento de producción de bienes.
El impulso al gasto de los consumidores se debió a la mejora de la confianza debido a la creciente cobertura de vacunas y la reapertura de varias empresas. Las empresas de servicios también se mostraron más optimistas sobre las perspectivas, un punto de vista que siguió apoyando la creación de empleo en todo el sector.
Una señal de alerta clave fue el resurgimiento de las presiones inflacionarias, con las finanzas de las empresas nuevamente lastradas por los gastos vertiginosos.
La actividad económica brasilera es clave para la recuperación de la región, no obstante, la incertidumbre latente influye negativamente en el comercio y el empleo, lo que enlentece la dinámica económica.
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